Olga Cossettini llegó a la escuela Gabriel Carrasco en 1935 trasladada desde Rafaela por el Gobierno Provincial del Dr. Luciano Molinas, con el objetivo de tomar a su cargo la dirección de la escuela. Al finalizar el primer año de trabajo ya había demostrado con los hechos la posibilidad de cambiar el proceso de aprendizaje y la dinámica de la escuela oficial convirtiendo al alumno en protagonista de su propia historia y no como un simple depositario de datos.
Muy poco tiempo le fue suficiente a Olga para lograr una transformación en la escuela tan rotunda que las autoridades educativas la reconocieron como una experiencia piloto. Ello le posibilitó una mayor autonomía y un aval oficial para distintas iniciativas. Claro que el poder de inventiva de las Cossettini superó ampliamente lo que las autoridades estaban dispuestas a tolerar. Entonces se confirmó una vez más lo que tantas veces sucedió en nuestro país: el sistema educativo argentino se cierra a toda persona o institución que se escapa de lo preestablecido. Por eso un día la experiencia educativa de la Escuela Serena tuvo que terminar.
La historia cuenta que en 1944, seis años antes del real cierre de la Escuela, comenzaron las piedras en el camino de la Señorita Olga. Siendo interventor del Consejo de Educación el escritor Leopoldo Marechal, se suprimió el decreto que reconocía a la escuela su carácter de experimental, sin juicio previo ni pruebas que lo justificaran. Un detalle casualmente no reflejado en las biografías del literato porteño.
En 1947 se intentó un compulsivo traslado que afectaba a Olga Cossettini a otro establecimiento intentando sacarse de encima a esta maestra revolucionaria. El exilio no pudo efectivizarse en esa oportunidad ya que padres, alumnos y gran parte del barrio se movilizaron en contra del desarraigo, porque la comunidad ya sentía como propia la experiencia de la Escuela Serena. Cada alumno llevó la noticia a su hogar y la comunicación boca a boca comenzó a funcionar para que en menos de una semana el barrio lograra la derogación del decreto.
Significó sin lugar a dudas un triunfo de aquellos que siempre quisieron contar con una educación que estuviera familiarizada con las realidades del pueblo. Una batalla ganada a los burócratas de la educación y que le permitió a las hermanas Cossettini seguir prestigiando la enseñanza santafesina por unos años más...
Pero el tiempo pasaría rápido y el desenlace sería inevitable. El 28 de agosto de 1950, por la fuerza, Olga fue separada de su Escuela Serena. De esa manera se terminaron quince años de plenitud y armonía, cortando con un decreto esta vez inapelable el arduo trabajo que significa la construcción de ideales solidarios y formativos.
Las fuertes paradojas eran notables pero no alcanzarían para torcer el rumbo: Por un lado Olga Cossettini recibía invitaciones para disertar en congresos, conferencias y cursos. También se editaban sus libros y recibía visitas de artistas, pedagogos y pensadores relevantes... Pero por el otro, los personeros de la mediocridad le negaban permisos para las actuaciones del coro, el teatro para niños o se le rechazaban propuestas para la evaluación cualitativa. Con estas piedras en su camino quedaba claro que el rumbo elegido por la Escuela Serena interfería con los intereses políticos del Ministerio de Educación. En consecuencia, el proyecto modelo debía ser cortado, ya que era muy chocante para ciertos funcionarios rígidos y autoritarios ver cómo más de seiscientos chicos tenían tan cerca la posibilidad de pensar con libertad... Lo que nunca entendieron los mediocres es que lo bueno siempre perdura en un lugar que es intangible. Por eso quienes fueron actores de esas vivencias y quienes hoy son sus admiradores se encargarán siempre de mantener viva la llama de un recuerdo imborrable.
El cine nos ayuda a recordarlas...
El excelente trabajo documental del cineasta rosarino Mario Piazza, titulado La Escuela de la Señorita Olga, le regaló a la humanidad la posibilidad de deleitarse con los testimonios más sentidos de aquella experiencia educativa...En la pantalla podemos ver a Leticia recordando con tristeza el cese del proyecto. Allí se pregunta y nos invita a pensar algo muy cierto:
"¿Porqué se acaba todo, porqué no sirven las experiencias de los demás para conducir eso a un plano más alto, más acorde con la sociedad y con los hombres? ¿Será posible que siempre resulte peligroso abrir los ojos de alguien para que se encuentre con la verdad?"
Olga, fiel a sí misma, nos brinda su ternura... sin rencores. Allí la podemos ver orgullosa y tranquila por su entrega plena, rememorando una simple anécdota que resume con simpleza todos sus logros:
"Cuando aquellos niños fueron hombres, crearon una Cooperativa para ellos: Cooperativa de adultos. Y cuando se les preguntó ¿cómo habían tenido esta idea?, respondieron... lo aprendimos en la Escuela de la Señorita Olga"
No hay comentarios:
Publicar un comentario