“No denunciamos a las mujeres que vienen después de un aborto.”
Por Luciana Peker1- ¿Qué pasa con los y las médicos/as que están en contra del aborto cuando tienen que atender a una mujer que se realizó un aborto?
–Un profesional tiene que separar sus valores sobre el aborto de los valores y acciones de sus pacientes. No estás atendiendo a una mujer con una hemorragia para priorizar tus valores sino para atenderla a ella.
2- En el norte del país las mujeres denuncian que algunas no van a hacerse atender si tienen una hemorragia post aborto porque en los hospitales las está esperando un policía en la puerta. ¿Cómo actúan ustedes?
–Antes se hacía la denuncia porque los médicos tenían mucho miedo a los juicios por mala praxis y a que se los culpe de la muerte de una mujer. Pero, desde la implementación del Protocolo de Atención Post Aborto, del Ministerio de Salud de la Nación, tuvimos capacitación y asesoramiento jurídico sobre el secreto profesional y nunca más denunciamos a una paciente. Es necesario que las mujeres vengan al hospital y que sean bien atendidas.
3- ¿Cómo atienden a una mujer después de un aborto en el servicio de ginecología del Hospital Provincial de Neuquén?
–El 50 por ciento de las mujeres se embarazan sin desearlo. ¿Quién quiere estar en una camilla de hospital sangrando? Por eso, lo principal es no denunciarla y tratarla bien. Pero además de aplicar las nuevas técnicas médicas –ya no se usa el raspado o legrado sino la aspiración manual endouterina (AMEU), que acorta los tiempos y mejora las condiciones de atención– hay que aprovechar esa oportunidad de internación para que la mujer no vuelva a pasar por eso y aconsejarla sobre cómo evitar un embarazo no deseado.
4- ¿Se redujeron las muertes o enfermedades femeninas a partir del mejoramiento en la atención post aborto?
–Todavía no hicimos una evaluación que permita mostrar todos los cambios producidos a partir de la implementación de normas claras en la atención post aborto. Pero sí sabemos que se redujeron los tiempos de espera y de internación de las pacientes. Y la gran mejora es que, a partir de los cambios implementados, el 90 por ciento de las mujeres que ingresaron con complicaciones post aborto al hospital se fueron con una charla de consejería post aborto y un método anticonceptivo listo para usar.
5- ¿Qué otras causas, además de los abortos clandestinos, influyen para que en la Argentina la mortalidad materna (por el embarazo o el parto) sea tan alta (fallece aproximadamente una mujer por día) y difícil de reducir?
–Nosotros, en el hospital, tuvimos en dos años cuatro muertes por placenta previa accreta después de una cesárea (que es una patología que está creciendo en todo el mundo) y, por eso, formamos un equipo interdisciplinario para poder detener esta situación. Ahora ponemos énfasis en diagnosticar esta situación, a través de una ecografía. Una vez que ya sabemos el diagnóstico, en el momento del nacimiento, a la madre se le hace una cesárea –pero no común– porque es necesario sacarle el útero.
6- ¿Es imprescindible sacar el útero?
–La mujer pierde el útero pero salva su vida. El peor error es intentar sacar la placenta porque, de ese modo, no hay quién pare el sangrado.
7- La difusión de las cesáreas es defendida por muchos médicos y atacada por muchas mujeres. ¿Cuál es su opinión?
–Hay un exceso de cesáreas que se da no sólo en la Argentina. Hace treinta años el promedio de intervenciones era de un 15 por ciento, en cambio, ahora, el promedio de cesáreas es de un 30 por ciento, pero hay clínicas privadas en donde llega a un 50 u 80 por ciento de los nacimientos. Hay que intentar evitar las cesáreas en las primerizas, para evitar la primera cesárea, ya que después del primer hijo es más difícil volver a un parto vaginal. Ahora los médicos realizan muchas cesáreas, ante la primera duda, por miedo a los juicios.
8- ¿Alguna vez abortó?
–No. He acompañado a amigas. Pero toda la vida, desde la más temprana adolescencia, mi obsesión fue no embarazarme sin desearlo y mis tres hijos fueron buscados.
9- En su función de médica, ¿se murió alguna mujer –que venía de un aborto clandestino– mientras usted la estaba atendiendo?
–Sí, muchas. Me acuerdo de una chica de 18 años que ingresó de la mano de su madre a las 18 horas y a las 20 horas estaba muerta. No hubo ni terapia intensiva ni nada que pudiera salvarla. Es una sensación de impotencia terrible.
10- ¿Qué opinión le merecen los razonamientos de algunas mujeres católicas que intentaban intervenir en el Encuentro de Mujeres de Tucumán y que decían que si una mujer moría después de un aborto era su culpa por ponerse en riesgo?
–Es el pensamiento cristiano dominante de poner la culpa por todos lados. Las mujeres no tendríamos por qué tener culpa por no desear nuestros embarazos. Mientras que los valores –así sean cristianos– no tendrían que contaminar la práctica médica. Nosotros tenemos que abstenernos de juzgar a los pacientes por lo que hacen y atenderlos por lo que padecen. Ese es uno de los valores de la profesión: no juzgar, independientemente de los valores personales y familiares.
*Ginecologa, jefa del Servicio de Ginecologia del Hospital Provincial de Neuquen Dr. Eduardo Castro Rendon, que gano el premio Buenas Practicas en Salud Sexual y Reproductivas, del Observatorio de Salud Sexual y Derechos Humanos del Instituto de Genero, Derechos y Desarrollo (InSgenar).
Imagen: Juana Ghersa
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