domingo, 21 de marzo de 2010

SE ABRE UN CAMINO PARA VISIBILIZAR Y JUZGAR POR LESA HUMANIDAD LOS CRIMENES DE VIOLENCIA SEXUAL COMETIDOS DURANTE LA DICTADURA

POR ESTO TAMBIEN SERAN JUZGADOS

No fueron hechos aislados ni situaciones “fuera de control”. Las violaciones, los abusos, las órdenes de desnudarse como parte de los tormentos formaron parte de un plan sistemático durante la represión ilegal de la última dictadura. La violencia sexual, desde esta perspectiva, y gracias a los valientes testimonios de algunas víctimas, podría ser juzgada como un delito de lesa humanidad.

Por Sonia Tessa

Los valientes testimonios de sobrevivientes del terrorismo de Estado han sido, desde la recuperación de la democracia, la llave para descorrer el velo, dar dimensión del terror en el Juicio a las Juntas, buscar los intersticios jurídicos que dejaron las leyes de impunidad y los indultos y, en los últimos años, motorizar los juicios que se multiplican en todo el país. Cada testimonio revive el horror en los cuerpos de esos hombres y mujeres prisioneros del aparato represivo. Muchos relatos incluyen la violencia sexual a la que fueron sometidas especialmente las mujeres, pero también los hombres, en los centros clandestinos de detención. Claro que ponerlo en palabras fue difícil, debieron superar el espanto y la vergüenza para denunciar que los integrantes de las patotas violaban y cometían todo tipo de crímenes contra su integridad sexual. Como parte de la cotidianidad, sin recibir sanciones. Los cuerpos de las mujeres eran campos de batalla, y sumaban un estigma. Dos querellantes en la causa contra Santiago Omar Riveros denunciaron la violencia sexual que sufrieron estando desaparecidas en centros clandestinos de detención de Zárate-Campana, pero el juez federal de San Martín, Juan Yalj, decidió dictar falta de mérito a los acusados por violación por considerar que los abusos sexuales fueron “eventuales” y no merecían la calificación de crímenes de lesa humanidad. La Cámara Federal de esa localidad confirmó la decisión. Alertadas de este fallo, las organizaciones no gubernamentales Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de la Mujer (Cladem) e Insgenar (Instituto de Género, Derecho y Desarrollo) presentaron un amicus curiae (el dictamen de una organización “amiga del tribunal” que tiene interés legítimo probado en la resolución de la causa) ante el juzgado, en el que argumentan que la violencia sexual cometida en los centros clandestinos de detención de la dictadura fueron parte del plan sistemático de represión ilegal, y por lo tanto constituyen delitos de lesa humanidad, imprescriptibles. La sanción de la violencia sexual permitiría dar visibilidad de una práctica que se ensañó con las mujeres por haberse apartado del rol históricamente asignado.


EL REPRESOR SANTIAGO OMAR RIVEROS EN LOS TRIBUNALES DE SAN MARTIN.



Imagen: Télam
 


La lectura del documento es sobrecogedora: recoge múltiples relatos sobre violaciones a prisioneras, así como también otros ataques. Una de las víctimas describe que “...en el barco cuando la suben del submarino la violaron nuevamente. Que se ensañaron con la deponente, con su cuerpo y le decían que como había matado muchos soldados,...las tenía que pagar... Que para los agentes del Servicio Penitenciario las mujeres que se encontraban detenidas en iguales condiciones que la deponente eran personas que matan a otras personas, es más, cada vez que afuera había algún problema con los subversivos, se las agarraban con las mujeres del penal que habían sido dejadas por el Ejército”, recoge la presentación. Otra de las víctimas relató que “también en el barco la deponente sufrió una violación de parte de uno de los integrantes de la tripulación. Que la deponente estaba atada y vendada (...). Que este sujeto parecía que era un oficial con distinta jerarquía que los demás, que sería una persona con cuarenta años de edad y no podría reconocer porque estaba vendada”. Estos testimonios, brindados en el juzgado, dan cuenta de que se trataba de situaciones habituales en los centros clandestinos de detención.

En el amicus curiae se indica que “los ataques sexuales cometidos contra la integridad sexual de las personas víctimas del terrorismo de Estado, producidos en el país durante la última dictadura militar, son delitos de lesa humanidad y así deben ser considerados”. Al mismo tiempo, se plantea que “por estos delitos son criminalmente responsables tanto los autores por propia mano como aquellos que en la estructura de poder mantuvieron el dominio y control sobre los hechos, así como sus subordinados en las áreas de sus jurisdicciones donde estos injustos efectivamente se cometieron”.

La presentación fue elaborada por Analía Aucía y Susana Chiarotti, con la colaboración de otras profesionales. La valentía de las dos víctimas que presentaron sus testimonios en la causa “Riveros” permitió elaborar un corpus jurídico que podría aplicarse en otros procesos contra responsables del terrorismo de Estado.

Las abogadas de Cladem e Insgenar aseguran que “la prueba es harto elocuente y, así como se tiene por probado que todo detenido fue torturado, por el solo hecho de haber sido detenido en cautiverio, creemos que deberán valorarse bajo los mismos parámetros probatorios las denuncias de violaciones, haciendo de las denuncias plurales y coincidentes de las víctimas el elemento de prueba fundamental”.

Las profesionales subrayan que “la violencia sexual es una experiencia de violencia extrema hacia las mujeres, que de diversas maneras las afectan permanentemente, con independencia de los regímenes políticos o de situaciones de paz o conflicto. Estas violaciones a los derechos humanos de las mujeres han sido invisibilizadas por mucho tiempo, tanto a nivel internacional como nacional; por la vergüenza, la culpa, el temor y la estigmatización de las que son objeto las mujeres afectadas”.

Porque la violencia sexual, más allá de lo que supongan aquellos que proponen soluciones como la castración química, “está motivada por el deseo de dominar o castigar antes que por el deseo sexual”.

Botín de guerra

Además, la extensa argumentación del amicus curiae hace mención a las violaciones masivas de mujeres en situaciones de conflicto bélico o de dictaduras, y en especial, a los dos casos paradigmáticos del sigo XX. Uno de ellos es la guerra de Bosnia-Herzegovina en la ex Yugoslavia, en 1992, donde hubo entre 20 y 44 mil mujeres musulmanas víctimas. Este caso, además, fue “la primera vez en la historia que un tribunal internacional juzgó y condenó por violencia y tortura sexual, considerando a éstas como crímenes de lesa humanidad”. Lo hizo el Tribunal Penal Internacional. Dos años después, en 1994, se produjeron violaciones masivas en Ruanda.

En ese sentido, Aucía subrayó que no sólo las violaciones son consideradas delitos contra la integridad sexual. “La violencia sexual engloba también a los interrogatorios de mujeres y hombres desnudos, ya que su cuerpo es objeto de degradación, así como la aplicación de picana o la introducción de objetos en los órganos sexuales, la obligación a practicar sexo oral y otras prácticas cometidas contra el cuerpo de los y las prisioneras”, detalló la abogada.

Por eso, la presentación judicial apunta a demostrar que la violencia sexual formó parte de un plan sistemático. El plan de aniquilamiento contra los militantes que estaban prisioneros en los campos clandestinos de detención apuntaba a deshumanizarlos. “Así, el ‘guerrillero’ era un ser despojado de pautas morales, familiares, que abandonaba a sus hijos, que no se casaba legalmente y se separaba con frecuencia, que era ateo y más peligrosos aún si era judío”, relata el amicus curiae, que apunta una mirada de género al distinguir: “Cuando el ‘guerrillero’ era una mujer, estas características se agudizaban y se les sumaban otras que se relacionaban con su condición de mujer. En esta concepción demoníaca del otro, las mujeres ejercían una enorme liberalidad sexual, eran malas como madres, esposas y amas de casas, particularmente crueles”.

Según el documento, “la calificación negativa de la mujer, en especial si era militante, se trasladó sin obstáculo a las prácticas represivas del poder concentracionario, por lo que algunas conductas delictivas adquirieron un plus de violencia con un claro vestigio de discriminación por género hacia las mujeres detenidas”.



SUSANA CHIAROTTI, UNA DE LAS ABOGADAS QUE PRESENTO EL AMICUS CURIAE

FOTO: ALBERTO GENTILCORE

A modo ilustrativo, las abogadas recordaron lo dicho por una testigo del juicio a las Juntas, en 1985. Esta mujer relató que en el marco de su secuestro le dijeron: “Así que vos sos psicóloga, puta, como todas las psicólogas”, y más tarde comenta que luego la desnudaron para iniciar su sesión de tortura. “Esta diferenciación entre los enemigos basada en su género, se veía reflejada aún expresamente en los propios documentos de las Fuerzas Armadas, donde la mujer era considerada más peligrosa que el hombre, y seguramente ella era quien ocultaba las armas y elementos incriminatorios. Existen testimonios que dan cuenta de esta percepción: ‘Cuando una mujer era guerrillera era muy peligrosa en eso insistían mucho [los instructores de la Escuela]... en que las mujeres eran extremadamente peligrosas. Siempre eran apasionadas y prostitutas y buscaban hombres’”, citan las autoras del amicus, tomado del libro de Eduardo Luis Duhalde, El Estado terrorista argentino.

El castigo, la humillación contra las mujeres incluía los ataques sexuales. “Existen innumerables denuncias, producidas a lo largo de todo el país, que dan cuenta de los delitos sexuales cometidos por agentes del Estado en perjuicio de hombres y mujeres encerrados en los centros de detención clandestinos. Sin embargo, este número de denuncias sólo son un muestreo de la realidad respecto de las violaciones y abusos cometidos en este ámbito”, expresa el amicus curiae. Por ejemplo, en la causa Brusa, que terminó el 21 de diciembre pasado en Santa Fe, con condenas de 19 a 21 años a los seis procesados, las sobrevivientes relataron la violencia sexual que sufrieron. Sin embargo, varias confesaron que les fue difícil superar la angustia que significaba relatar esas vivencias delante de sus hijos.

Parte del plan

Como uno de los argumentos del juez para dictar la falta de mérito por delitos sexuales al acusado en la causa “Riveros” es la ausencia de una orden expresa para cometer las violaciones, el trabajo de Cladem se centra en demostrar que se trataba de acciones cotidianas, sin sanciones para sus ejecutores. “La comisión de delitos sexuales era conocida por todos los estamentos militares y formaba parte del plan, aun sin la existencia de orden expresa. Estas órdenes no existían, sencillamente porque estas acciones delictivas formaban parte de lo secreto, lo clandestino, y servían para doblegar a la víctima infundiendo temor, como otras tantas prácticas. No era necesaria orden escrita: cualquiera podía atacar sexualmente a una víctima privada de su libertad y no sufrir ninguna represalia ni por sus pares ni por sus superiores”, dice uno de los subrayados del documento.

De hecho, Chiarotti agregó que “la Junta Militar no iba a escribir la orden, pero la cantidad, la frecuencia y la extensión con que se dieron estos delitos demuestran que era un mandato, para mostrarles a las mujeres el castigo por haber elegido la militancia y no quedarse en la casa”. Para la profesional –experta de la OEA que evalúa la situación de las mujeres en distintos países del mundo– demostrar que la violencia sexual fue una práctica sistemática significa también desmontar algunos argumentos que reavivan los sectores más conservadores. Dejaría, por ejemplo, a gente que opina como Cecilia Pando sin argumentos. “Una cosa es mostrar que los militares tomaron medidas duras y otra es la violencia sexual. Esto no lo puede justificar ni el más atroz represor, ni Luciano Menéndez o Antonio Bussi”, dijo la abogada, para quien: “Si logramos probar que ellos violaban a prisioneros y prisioneras, no va a haber vinchas ni aplausos”. Con las vinchas, se refería a la actitud del represor rosarino Juan Daniel Amelong, juzgado en el marco de la causa “Guerrieri”, que llegó al Tribunal Federal Oral con una vincha reclamando “legalidad”, el 31 de agosto pasado, primer día del juicio oral y público que pronto tendrá sentencia.

Más allá de los paradójicos reclamos de quienes burlaron el Estado de derecho, Chiarotti está convencida de la necesidad de hacer visible la violencia sexual. “Así como se invisibiliza la violencia sexual que viven las mujeres afuera de los centros clandestinos de detención, muchísimo más en estos contextos. Esto de que el cuerpo sea utilizado como campo de batalla hace que la experiencia sea muy traumática”, argumentó Chiarotti, mientras subrayó “el estigma que acarrea la violencia sexual para la víctima y no para el abusador”. Para Aucía, además, “evitar la impunidad en este tipo de delitos es una contribución a que no continúen”.

Pero Chiarotti sumó otro argumento: “Queremos evitar que los jueces cometan el grave error jurídico de confundir el requisito de sistematicidad en un delito con el del contexto. El requisito para considerar los crímenes de lesa humanidad es que ocurran en el contexto de un plan sistemático contra la población civil”.

Además, las abogadas de Cladem e Insgenar ponen el acento en la cuestión de la prueba, un obstáculo que siempre aparece cuando se trata de delitos sexuales, en cualquier contexto. “Tiene que ver con la valoración que hacen los jueces de la prueba. En este caso, se trata de delitos cometidos en la clandestinidad, y todas las víctimas estaban vendadas, de modo que estaba garantizada la impunidad al mayor nivel”, explicó Aucía. De este modo, si en las causas por delitos de lesa humanidad el relato de los y las sobrevivientes es la principal prueba, también debería aplicarse a la violencia sexual.

Los relatos existen. Para las abogadas, “la amenaza verbal de violación a las víctimas o sus familiares muestra la impunidad con que el plan de la represión militar se ejecutaba: existía el consentimiento de los otros represores y, como mínimo, la aquiescencia de los superiores. Ello se ve reflejado en la participación de varios represores en la violación de una misma mujer en forma casi simultánea sin importar el ser vistos por otros”.

No sólo no les importaba ser vistos por otro, sino que era parte de un código compartido. El testimonio de una mujer que estuvo secuestrada en Santa Fe ante el Tribunal Oral Federal de esa ciudad es otra prueba: “uno de sus captores le pide que denuncie si alguien más la tocaba, porque él era el único que podía hacerlo. Esto demuestra que la violación y el abuso eran una práctica común y generalizada, todos conocían que esto sucedía. En este caso particular, para estos represores el cuerpo de la mujer resulta ser un objeto violable de absoluta exclusividad”, concluye el documento elaborado para el Juzgado Federal de San Martín.

“Las violaciones eran prácticas sistemáticas al igual que la tortura con la picana, o la imposición de condiciones de cautiverio degradantes. Asimismo, podemos visibilizar ciertos patrones de conducta, como por ejemplo el hecho de que al momento de ser abusada o violada la víctima siempre estaba totalmente sometida y su deterioro físico y psíquico a causa de la tortura era por lo general importante. El testimonio de B. es elocuente: “En el barco cuando la suben del submarino la violaron nuevamente (...) Que no puede reconocer la persona que la violó porque estaba vendada”, agregando que “la llevan como a una casa que era tipo chalet con tejas, que cuando llega le dicen que se duche en un baño. Que en ese lugar vuelven a violarla nuevamente (...) ya a esa altura la deponente no podía caminar, ni se podía valer por sus propios medios. Que en ese momento llegó una persona que le decían doctor, que era un médico y este le refiere al sujeto que la había violado ‘seguí que aguanta hasta 320’”, dice el amicus.

Allí se sostiene que “era generalizada la desnudez permanente a la que eran sometidas las mujeres detenidas como mecanismo para lograr mayor vulnerabilidad. En este sentido, B. relata que ‘no la pasaron a ninguna bodega ni sector techado, que siempre permaneció desnuda’”. Tanto una como otra aseguran que las personas que las violaron, si bien no las podrían identificar por estar vendadas, eran oficiales: “el que la violó supone que tenía que ser jefe u oficial porque era el que dirigía de la manera que comento la tortura” (en el barco), afirmando B. que “también el que la viola en esta oportunidad era jefe u oficial” (en un casa tipo chalet con tejas).

Por eso, las abogadas concluyen que “en contextos de conflicto y/o represión los cuerpos de las mujeres afectadas por ese contexto se transforman en campos de batalla y, a través de la violencia sexual, los varones imponen de manera cruel el poder y la dominación que culturalmente ejercen sobre las mujeres. Varios estudios de género han mostrado que la violencia sexual y el miedo a la misma ‘constituyen parte integral del control social de las mujeres’”.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5588-2010-03-21.html
Puesto en palabras

jueves, 18 de marzo de 2010

EN EL MES DE LA MUJER, RECORDAMOS A LAS GLORIOSAS MUJERES RUSAS


8 de marzo - Día de la revuelta de las mujeres trabajadoras contra la esclavitud de la cocina (cartel de 1932)


Oleg K.


En nuestro día también debemos recordar a las millones de mujeres soviéticas que realizaron la gesta del alumbramiento del socialismo, por primera vez en la historia de la humanidad.


Obreras y campesinas, soldados y médicos, bolcheviques y stajanovistas, milicianas y chekistas. Todas ellas con corazón y a lado de sus compañeros y camaradas, defendieron el socialismo contra las adversidades. Contra la violencia de la burguesía, que en los años difíciles, con un simple mendrugo de pan como sustento, iban al combate contra la intervención de las 14 potencias capitalistas, que quisieron ahogar en un mar de sangre la revolución soviética. Tras la victoria contra la agresión, una nueva prueba de fuego tuvieron que afrontar: construir, crear de la nada el futuro, con las propias fuerzas, centralizando todos los proyectos y trabajos en una sola dirección, forjar la URSS. Años veinte de acumulación y superación del atraso industrial y agrícola, Nep, lucha contra el trotskismo, integración de las campesinas medias y pobres en lucha contra los "kulaks" y convencimiento gradual de que el camino era la cooperación y la colectivización.


En los años treinta fue la confirmación de la pujanza de las nuevas relaciones de producción: creación de las granjas agrícolas colectivas (koljoses), desarrollo de los planes quinquenales de producción, campañas de alfabetización total de la población soviética, creación de las universidades obreras, gratuidad y extensión de la medicina preventiva, desarrollo del concepto del realismo socialista, como forma de elevación y emulación de la clase obrera, en lucha contra las concepciones burguesas del despilfarro y el individualismo.


Precisamente en estos años arrancó la implicación de la mujer soviética en la economía y la producción. De una forma imparable, la educación y el convencimiento de que tenían en sus manos el instrumento esencial de su liberación de las estrechas paredes del hogar, millones de chicas se interesaron por la nueva sociedad. En el campo y las ciudades hubo un extraordinario incremento del estudio, de los ingresos en las fábricas, en la responsabilización por las labores agrícolas. La libertad de prensa, el aborto libre y gratuito, las guarderías, los servicios comunales, los sábados rojos, las obras de edificación colectivas, la libre unión de las parejas, y la desunión sin trabas oficiales. En fin todo ese engranaje de auténtico cambio de relaciones sociales, hizo florecer las mentes de las trabajadoras del campo y la ciudad, en su compromiso con el socialismo.

Hoy, viendo la falta de perspectiva de cada ser humano por su futuro, encajonado en la repetición de la posesión sin fin, de los cánones burgueses de la familia, comprobar como fue posible otra sociedad como la soviética, es un bálsamo, y un reto para cada persona que no queremos continuar "vegetando" en esta estúpida sociedad corruptora y machista.

domingo, 14 de marzo de 2010

La lesbofobia mata

cartas a soy@pagina12.com.ar

A las 2 de la madrugada del domingo murió Natalia Noemí Gaitán, de 27 años. Vivía en Parque Liceo 2ª Sección de la Ciudad de Córdoba y salía con una chica del barrio. Se fueron a vivir juntas. El padrastro de su novia, que tenía 16 años, fue a buscarla y la llevó de regreso a la casa. Al día siguiente Natalia se dirigió hacia una vivienda de la manzana 19, a encontrarse con su novia, pero se encontró con el padrastro, Daniel Toledo, quien le recriminó a Natalia que estaba “pervirtiendo” a la adolescente. Discutieron fuerte y Natalia reclamó su derecho y el derecho de la chica a ser felices, a amarse libremente, a disfrutar de su sexualidad. Toledo no soportó la afrenta y fue hacia adentro de la vivienda. Natalia se fue enojada. El hombre salió tras ella y la llamó. Cuando la chica se dio vuelta, se oyó el disparo de una escopeta calibre 16. Un disparo a medio metro de distancia. Un simple fusilamiento. En el día internacional de la mujer, una hija, novia, amiga y compañera más murió producto de la lesbofobia. Justo el Día de la Mujer. ¿Será casualidad o una prueba más de lo poco que importa? Creo que es una prueba más, de lo contrario, el asesino tendría que haber reparado en que el hecho de matarla justo ese día debería sensibilizar a la Justicia. Pero eso no creo que pase. Cada vez más crímenes en la sección de policiales de mujeres quemadas por sus parejas, ajusticiadas por un suegro que no quiere serlo. En el fondo ronda la idea de que hay un derecho a matar en ciertos casos. Al hombre, un padre de aquéllos, lo volvió loco esta chica que se llevaba a la nena, dirán por ahí. Pobre la nena. Me solidarizo con el dolor que tendrá hoy. Me pregunto si no deberían los crímenes de género y los crímenes de odio pagarse el doble. Así como se hizo la ley de cupo para tener más representación política. Porque si la vida de las mujeres no vale nada y las de las lesbianas vale menos, por qué no hacer que se paguen el doble, hasta que lleguemos a la tan bendita igualdad.

Carla de Río Cuarto.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-1279-2010-03-14.html

domingo, 7 de marzo de 2010

Ante el Día Internacional de la Mujer Trabajadora recordamos a grandes mujeres revolucionarias


Vera Mújina (1889-1953), gran escultora soviética autora del Monumento El Obrero y la koljosiana.
Valentina Tereshkova (1937), primera mujer cosmonauta.
Alejandra Kolontai (1872-1952), primera feminista soviética, estudiosa del marxismo, miembro del Partido Bolchevique, primera mujer comisaria del Pueblo en 1918, primera embajadora en la historia de la Diplomacia Mundial

miércoles, 3 de marzo de 2010

FELICIDADES MUJERES SALVADOREÑAS... EL FUTURO ES NUESTRO!!!

Día Internacional de la MujerFELICIDADES MUJERES SALVADOREÑAS... EL FUTURO ES NUESTRO!!!


Hablar de nuestras mujeres, es hablar de grandes hazañas, mujeres fecundas, de andar firme, de sonrisas Francas, mujeres de decisiones, mujeres Bellas, llenas de encanto y ternura, llenas de verdad, mujeres del sacrificio, de la lucha; mujeres inclaudicables!.

Este 8 de marzo, este mes y siempre en la vida, al igual que en diversas partes del mundo, las mujeres salvadoreñas celebramos el Día Internacional de la Mujer!!!.
En esta ocasión les regalo la historia de TRES mujeres dominicanas, que sintetizan el inicio de infinitas gestas de luchas por el fin del sometimiento, de la injusticia social, por la igualdad de género en la búsqueda de una vida justa y digna, les hablo de las heróicas hermanas MIRABAL, tres mujeres que supieron expresar su máximo amor por la justicia, pertenecientes a una pequeña provincia de la República Dominicana llamada Salcedo.
Les dejo pues con toda esta historia que día con día nos deja mucha ensenianza. Abrazos fraternos y combativos.
Marina Manzanares-Monjarás (Mariposa).
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LAS HERMANAS MIRABAL


" Si me matan...

Yo sacaré mis brazos de la tumba

y seré mas fuerte"

- Minerva Mirabal -


Quiénes eran las hermanas Mirabal o Mariposas?

Frases de las heroinas

"Nada traduce toda la tempestad de mi alma”
Minerva

"
Trujillo no le tiene nada bueno a este país”
Patría

"La juventud no debe estar tan tranquila frente a Trujillo”
María Teresa


LEA COMO EL GENERALISIMO PLANEO LA TRAMA PARA EL ASESINATO DE LAS HERMANAS

UN LEGADO PARA LA HISTORIA

(HABLA DEDE MIRABAL)

Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron tres mujeres de Ojo de Agua, paraje perteneciente a una pequeña provincia de la República Dominicana llamada Salcedo.

Estas mujeres tuvieron la valentía de luchar por la libertad política de su país, oponiéndose firmemente contra una de las tiranías más férreas que ha tenido Latinoamérica, la de Rafael Leonidas Trujillo. Actitud por la que fueron perseguidas, encarceladas varias veces y finalmente brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

En honor a estas valientes hermanas, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Esto fue establecido en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá, Colombia en el año 1981.

Las hermanas Mirabal son también conocidas y representadas como las "Mariposas", por ser este el nombre secreto de Minerva en sus actividades políticas clandestinas en contra de la tiranía Trujillista. Años más tarde, Pedro Mir (poeta nacional dominicano) utilizó este nombre en su poema "Amén de Mariposas" donde expresa la tragedia que fue el asesinato de las tres heroínas. En esta década, la destacada escritora Dominico-Americana Julia Alvarez titula su novela basada en la vida de las hermanas Mirabal, En el tiempo de las mariposas. Publicación que establece todavía más la representación de las hermanas Mirabal como las Mariposas.

Cristian Vásquez


Minerva Maria Teresa Patria


Heroínas de la lucha antitrujillista. Hijas de Mercedes Reyes Camilo (alias Chea) y Enrique Mirabal, comerciante y hacendado. Nacieron en Ojo de Agua, en Salcedo, en ese momento común de la Provincia Espaillat. La primera en nacer fue Patria Mercedes, el 27 de febrero de 1924, poco antes de que abandonaran nuestro país las tropas interventoras de Estados Unidos, la segunda fue bautizada con los nombres de María Argentina Minerva, nació el 13 de marzo de 1926, y la tercera, Antonia María Teresa, vino al mundo el 15 de octubre de 1935.

En Ojo de Agua realizaron sus primeros estudios. Más tarde, en 1938, Patria, Minerva y otra hermana suya que aún vive, Bélgica Adela, alias Dedé (2 de marzo de 1925) fueron enviados a estudiar al colegio Inmaculada Concepción, en La Vega. María Teresa permaneció en el hogar por cuestiones de edad: apenas tenía tres años.

De las cuatro hermanas, Minerva, según atestiguan quienes le conocieron desde su infancia, demostró que vino al mundo con una inteligencia prodigiosa y con una notoria sensibilidad espiritual, factores estos que la convirtieron en una persona sumamente atractiva; y en una devoradora de libros sobre literatura y poesía. En sus ratos libres, Minerva además se ejercitaba en la pintura. Todas las hijas del matrimonio Mirabal Reyes, eran hermosas, pero la belleza de Minerva fue legendaria. En el colegio donde estudió en La Vega, y donde se graduó de bachiller con excelentes notas en 1946, participó como actriz de varias obras teatrales, y en otras actividades culturales donde actuó como declamadora.

En junio de 1949, Minerva y sus padres, invitados por las máximas autoridades de su provincia, asistieron a una fiesta ofrecida en Santiago en el Palacio de la Gobernación en honor al dictador Trujillo, que marcaría el inicio del rumbo trágico para toda la familia: Trujillo conoció a Minerva Mirabal y se sintió atraído por su belleza. Ya en ese momento Minerva había conocido al joven dirigente comunista Pericles Franco, uno de los fundadores del Partido Socialista Popular, quien había estado en la cárcel varias veces, y con quien estableció amistad tan íntima, que mucho sospechaban que sostenían relaciones románticas.

A los pocos días después que Trujillo fijó sus ojos en Minerva, de nuevo la familia Mirabal recibió, a mediados de agosto, otra invitación del gobierno, esta vez para que asistieran a la fiesta de inauguración del Hotel Montaña, en Jarabacoa. En esa oportunidad el dictador y su hijo Ramfis bailaron con Minerva. Trujillo aprovechó la ocasión para demostrar con galanterías su atracción hacia ella, conducta que no fue del agrado de la joven y por tal motivo dejó de bailar.

El 12 de octubre de ese mismo año, día del descubrimiento de América, con el supuesto propósito de homenajear a la sociedad de la provincia Espaillat, Trujillo organizó una nueva fiesta a la que invitó a la familia Mirabal, la cual fue efectuada en “Villa Borinquen”, lugar de descanso del tirano situado en las cercanías de San Cristóbal. La invitación la llevaron personalmente a la residencia de la familia de la heroína, el Gobernador de Moca, Antonio De La Maza y el Senador de la provincia, Juan B. Rojas, clara señal del notable interés que tenía Trujillo de encontrarse de nuevo con Minerva.

Cuando esta tercera invitación fue recibida por la familia Mirabal, su madre se opuso a que Minerva asistiera a la fiesta, pero luego de examinar las implicaciones políticas que tendría tal negativa, decidieron enviar a la misma a una representación integrada por el padre, y además Patria, Minerva, y Dede, los respectivos esposos de la primera y la tercera, Pedro González y Jaime Fernández.

En esta oportunidad el tirano dominicano tan pronto llegó al lugar, reinició con mayor brio su intento de atraer a la joven Mirabal. Bailó en varias oportunidades con ella, conversó largamente en medio del salón con la pretendida y de nuevo fue rechazado.

Según su biógrafo William Galván, la inteligente y bella muchacha no sólo desairó a Trujillo, sino que solicitó al dictador que “dejara tranquilo a ese joven tan inteligente y preparado que era Pericles Franco”, solicitud que molestó profundamente al dictador.

Y lo que fue peor: después de enterarse la familia de la conversación entre Trujillo y Minerva, todos llenos de temores, sin avisar previamente, se retiraron de la fiesta, desatando la cólera del sátrapa que vio en esa actitud una irreverencia hacia su persona.

Apenas pocos días después de la fiesta, Enrique Mirabal, quien incluso por “consejos” del gobernador de Moca había enviado un telegrama al tirano excusándose del retiro de su familia del acto por “motivos de salud”, fue detenido y conducido a la cárcel. Poco más tarde, su hija, deseada por Trujillo, también fue apresada, y casi concomitantemente varias de sus amigas: Enma Rodríguez, Violeta Martínez y Brunilda Soñé. Todas las prisioneras fueron investigadas sobre las supuestas relaciones de Minerva con miembros del Partido Socialista Popular, y particularmente, con el dirigente comunista Pericles Franco. Duraron en prisión varias semanas.

Pero a partir de este momento, fue montado sobre la familia Mirabal, y sobre todo, a Minerva y sus relacionados, un riguroso espionaje, y Trujillo en persona —(y el gobernador de Moca)— era informado permanentemente sobre todas sus actividades.

Y el padre, particularmente fue sometido a graves humillaciones y a otras varias prisiones que terminaron enfermándole espiritual y físicamente. Murió el 14 de diciembre de 1953

En 1954, encontrándose de vacaciones en Jarabacoa, Minerva conoció allí a Manuel Aurelio Tavares Justo (alias Manolo), también estudiante de derecho, con quien estableció relaciones que la llevarían al matrimonio en noviembre del año siguiente. El mismo año que conoció a Manolo, su hermana María Teresa, se inscribió en la misma universidad a estudiar arquitectura, carrera que no terminó, pues solo alcanzó el grado de técnica en Agrimensura. Durante ese período ambas hermanas vivieron juntas en una pensión de la ciudad capital. Poco después María Teresa conocería a Leandro Guzmán, con quien contrajo matrimonio.

Al igual que Minerva, Manolo Tavares tenía una elevada sensibilidad por los problemas sociales y políticas y ya para ese momento, aunque secretamente, era un fervoroso opositor al régimen de Trujillo. Y por ello sus amistades eran cuidadosamente seleccionadas en función de la unidad de criterios respecto a la trágica situación imperante en el país.

Los últimos años de la década de los cincuenta fueron de inquietud social en toda América Latina, pues la caída, primero, del dictador colombiano Rojas Pinalla, más tarde, la del venezolano Pérez Jiménez y en 1959 la huida de Cuba del dictador Batista, tras el triunfo revolucionario de las fuerzas rebeldes de Fidel Castro, no sólo abrieron las compuertas de la democracia en esos países, sino que levantaron la esperanza de cambios profundos en todo el continente.

Nuestro país no escapó a esa realidad. Y con ello no es casual que en enero de 1959 en una reunión familiar efectuada en la residencia de Guido D’Alessandro, sobrino de Manolo, donde se encontraban Minerva, Manolo, María Teresa, Leandro Guzmán y otras personas, donde se pasó revista a la situación política creada en el Caribe, y muy particularmente a la cubana después del triunfo de Castro, la heroína examinó por primera vez la posibilidad de organizar un movimiento para el derrocamiento de Trujillo.

Las ideas de Minerva prendieron en todos los asistentes y fue acordado ese día iniciar los contactos con amigos y relacionados en todo el país.

Por otra parte, la expedición armada del 14 de junio, procedente de Cuba, si bien fue aplastada por la dictadura, también influyó en la conciencia de la juventud dominicana, y esa es la razón que explica, que el nuevo movimiento político antitrujillista que comenzó a construirse y que efectuó su primera asamblea constitutiva en Mao el 10 de enero de 1960, en la Hacienda de Conrado Bogaert, adoptara como nombre el de la fecha de esa expedición.

En esa asamblea clandestina a la que asistieron delegados de todo el país, en la cual sólo estaban presentes dos mujeres (Minerva y Dulce María Tejada Gómez), la deidad de Ojo de Agua, tuvo una participación muy importante, interviniendo en varias oportunidades.

Para presidir la Agrupación 14 de junio (véase) fue elegido Manolo Tavares Justo, Presidente, Pipe Faxas, Secretario General y el ingeniero Leandro Guzmán, como tesorero y los demás, vocales.

Pero a los pocos días de la exitosa Asamblea de Mao, una delación llevó a los servicios secretos de la tiranía informes no sólo con los nombres de los principales conjurados, sino con muchos detalles sobre la importancia de la misma. La acción de los agentes represivos fue inmediata. El primero en ser detenido en su residencia en Montecristi lo fue Manolo Tavares, a mediados de enero. Días más tardes, Minerva, luego su hermana María Teresa, y su esposo Leandro Guzmán y también Pedro González. Al final de ese mismo mes, más de un centenar de miembros del 14 de junio habían caído presos. Todos pasaron por la cárcel de la cuarenta donde fueron sometidos a increíbles torturas. No pocos perdieron la vida.

Simultáneamente junto a Minerva, fueron apresadas otras mujeres: Ing. Tomasina Cabral, Dra. Fe Violeta Ortega, Miriam Morales y la Dra. Asela Morel.

Es importante apuntar que la prisión de tantas personas, en su mayoría muy jóvenes procedentes de la clase media alta, algunos cuyos padres tenían vínculos muy estrechos con el tirano, creó un clima de tensión nacional sumamente adverso al gobierno. Y a ello se agregó la denuncia hecha por la iglesia católica por medio de una carta pastoral condenando la acción.

Tal situación obligó a Trujillo, al parecer, a poner en libertad a las mujeres detenidas, el 7 de febrero de 1960, y al mes siguiente y subsiguiente, a decenas de jóvenes varones presos por simples sospechas. Sin embargo, el Dr. Tavares Justo, Leandro Guzmán, Pedro González, y los demás dirigentes de importancia del movimiento, quedaron detenidos. Meses después, encontrándose la dictadura en una fase represiva general que bordeaba la locura —(en estos días Trujillo ordenó el asesinato de Rómulo Betancourt, Presidente de Venezuela) el 18 de mayo, Minerva y María Teresa, fueron de nuevo apresadas, y sometidas a la justicia por “atentar contra la seguridad del Estado” y condenadas a cinco años de prisión.

Para tal ocasión contrataron un jeep, un vehículo fuerte, pues la carretera elegida, la que conduce a Puerto Plata por la vía de Tamboril, era difícil, y además, se encontraba en mal estado. Le acompañaba como chofer, Rufino de la Cruz Disla.

En la visita que hicieron a Manolo y Leandro, las hermanas Mirabal comentaron a sus maridos los rumores que circulaban en Salcedo sobre la posibilidad que sufrieran un “accidente”, estilo clásico que utilizó la satrapía cuando ordenaba la desaparición de un opositor importante, con la supuesta intención de ocultar el crimen.

El informe preocupó enormemente a los dirigentes del 14 de junio, y Manolo sugirió que cesaran los viajes, y que se mudaran a Puerto Plata, para evitar transitar por carretera. La recomendación llegó tarde. La orden de asesinar a las hermanas Mirabal ya había sido cursada, y en Puerto Plata se encontraban ya los ejecutores: Ciríaco de la Rosa, Ramón Emilio Rojas Lora, Alfonso Cruz Valerio, y Emilio Estraba Malleta, todos miembros de Servicio de Inteligencia Militar. El último, de origen cubano, había prestado esos mismos servicios a la dictadura de Fulgencio Batista.

Cuando las hermanas Mirabal abandonaban a Puerto Plata rumbo a su hogar, fueron detenidas aparatosamente por un vehículo que interceptó el jeep que los conducía. Introducidas a empujones al carro de los matones, y llevadas a un lugar previamente escogido en la carretera bordeaba por un precipicio, y allí fueron muertas brutalmente asesinadas a garrotazos y luego de puestos los cadáveres en el jeep, los sicarios, lo precipitaron hacia el abismo.

He aquí la fría narración de uno de sus autores: “Después de apresarlas —narra Ciríaco de la Rosa— las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas. Ordené a Pérez Terrero que permaneciera en la carretera a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse del caso. Esa es la verdad del caso. Yo no quiero engañar a la justicia ni al pueblo. Traté de evitar el desastre, pero no pude, porque de lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”.

Rufino de la Cruz (1923-1960). Campesino, conductor y héroe. Nació en Salcedo en 1923, en cuyos campos se dedicó al cultivo de la tierra de sus familiares. Simpatizante de la causa antitrujillista, en 1960 acompañó como chofer, a las Hermanas Mirabal, durante el viaje semanal que efectuaban a la cárcel pública de Puerto Plata, con el propósito de visitar allí a sus esposos. Murió asesinado, junto a las heroínas, en La Cumbre, lugar cercano a dicha ciudad.

Salcedo.com.do

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Miguel Hernández