Oleg K.
En nuestro día también debemos recordar a las millones de mujeres soviéticas que realizaron la gesta del alumbramiento del socialismo, por primera vez en la historia de la humanidad.
Obreras y campesinas, soldados y médicos, bolcheviques y stajanovistas, milicianas y chekistas. Todas ellas con corazón y a lado de sus compañeros y camaradas, defendieron el socialismo contra las adversidades. Contra la violencia de la burguesía, que en los años difíciles, con un simple mendrugo de pan como sustento, iban al combate contra la intervención de las 14 potencias capitalistas, que quisieron ahogar en un mar de sangre la revolución soviética. Tras la victoria contra la agresión, una nueva prueba de fuego tuvieron que afrontar: construir, crear de la nada el futuro, con las propias fuerzas, centralizando todos los proyectos y trabajos en una sola dirección, forjar la URSS. Años veinte de acumulación y superación del atraso industrial y agrícola, Nep, lucha contra el trotskismo, integración de las campesinas medias y pobres en lucha contra los "kulaks" y convencimiento gradual de que el camino era la cooperación y la colectivización.
En los años treinta fue la confirmación de la pujanza de las nuevas relaciones de producción: creación de las granjas agrícolas colectivas (koljoses), desarrollo de los planes quinquenales de producción, campañas de alfabetización total de la población soviética, creación de las universidades obreras, gratuidad y extensión de la medicina preventiva, desarrollo del concepto del realismo socialista, como forma de elevación y emulación de la clase obrera, en lucha contra las concepciones burguesas del despilfarro y el individualismo.
Precisamente en estos años arrancó la implicación de la mujer soviética en la economía y la producción. De una forma imparable, la educación y el convencimiento de que tenían en sus manos el instrumento esencial de su liberación de las estrechas paredes del hogar, millones de chicas se interesaron por la nueva sociedad. En el campo y las ciudades hubo un extraordinario incremento del estudio, de los ingresos en las fábricas, en la responsabilización por las labores agrícolas. La libertad de prensa, el aborto libre y gratuito, las guarderías, los servicios comunales, los sábados rojos, las obras de edificación colectivas, la libre unión de las parejas, y la desunión sin trabas oficiales. En fin todo ese engranaje de auténtico cambio de relaciones sociales, hizo florecer las mentes de las trabajadoras del campo y la ciudad, en su compromiso con el socialismo.
Hoy, viendo la falta de perspectiva de cada ser humano por su futuro, encajonado en la repetición de la posesión sin fin, de los cánones burgueses de la familia, comprobar como fue posible otra sociedad como la soviética, es un bálsamo, y un reto para cada persona que no queremos continuar "vegetando" en esta estúpida sociedad corruptora y machista.
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