Mujeres en riesgo
Por Luciana Peker
El 24º Encuentro de Mujeres, realizado en San Miguel de Tucumán, el 10, 11 y 12 de octubre, se realizó mientras que en la ciudad se llevaba adelante una huelga –con asistencia en sus lugares de trabajo y sin atención en los consultorios externos– de los y las profesionales de la salud en reclamo de mejores condiciones de trabajo, aumentos de salario y en protesta por los descuentos realizados a raíz de sus medidas de fuerza. La solidaridad con el reclamo por una mejor estructura de salud pública estuvo presente, entre las consignas, desde la apertura, en el Club San Miguel de Tucumán, el sábado al mediodía.
Pero, además, Vicky Disatnik, psicóloga e integrante de la Comisión Organizadora del Encuentro, puntualizó un dato que habla de la vulnerabilidad de las mujeres y de las trabajadoras de la salud y que pasó desapercibido en la cobertura mediática de la gripe A H1N1 en la Argentina. “Hay dos enfermeras que trabajaban en una situación totalmente precaria: Débora Molina y Norma Aquino, y que murieron contagiadas de la gripe A en sus puestos de trabajo, a pesar de que nunca, ni siquiera, habían sido reconocidos oficialmente. Norma Aquino llevaba ocho años haciendo reemplazos por un sueldo de 800 pesos. Nunca la nombraron como una trabajadora estable. Y sin embargo ella y Débora dieron sus vidas salvando vidas en el Hospital Niño Jesús, de Tucumán.”
El hospital es el mismo donde se atendió el epicentro de desnutrición que sacudió a Tucumán y al país en el 2001, y que también implicó un retroceso en la desnutrición y las condiciones de vida de las mujeres. Pero este año, frente a la catalogada pandemia por la Organización Mundial de la Salud, las mujeres expusieron su cuerpo con condiciones de salud y de trabajo más precarias que el resto de la población que les costaron la vida.
Otra de las consignas que se pidieron las tucumanas fue que la provincia adhiera a la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable –ya que sólo San Luis y Formosa no se plegaron a la norma, después de siete años de su sanción en el Congreso nacional– y eso implica una menor eficacia y menos insumos en la responsabilidad estatal de repartir preservativos y anticonceptivos gratuitos.
A pesar de los reclamos por mayores derechos sexuales, en Tucumán, se sintió fuertemente la presencia de grupos católicos, evangélicos y conservadores que amedrentaron a las participantes y cubrieron la ciudad con carteles que sostenían “Sí a la vida”. Sin embargo, los y las religiosos/as no hablaron de la gran cantidad de muertes producidas por abortos clandestinos. Por ejemplo, entre las menores de 20 años, la mortalidad materna –cuya primera causa es el aborto– aumentó un 385 por ciento (entre el 2002 y el 2003), según los últimos datos oficiales publicados en el libro Objetivos, metas y estrategias sanitarias 2007-20016, del Ministerio de Salud de la provincia de Tucumán.
En la provincia no solamente está lejos de aprobarse la opción de realizarse interrupciones de embarazo en hospitales públicos, sino que tampoco se respeta la normativa de atención post aborto que ya rige para el Ministerio de Salud de la Nación. “Después que las mujeres abortan –en circuitos clandestinos, a veces con yuyos o agujas de tejer–, muchas veces se infectan o mueren cuando van a un hospital porque en vez de recibirlas un médico que les realice la atención correspondiente (con respeto y un sistema adecuado) las espera un policía para denunciarlas y eso hace que muchas mujeres fallezcan con miedo a irse a atender a un centro de salud cuanto tienen dolores o hemorragias después de un aborto”, denuncia Sofía Ganem, de Jóvenes por la elección y el placer, que resalta: “No queremos que se muera ninguna mujer más”.
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