02 junio 2008
Murió la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo
Murió la primera abuela
Adiós a Licha de la Cuadra
Fue la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Su nieta Ana Libertad, nacida en cautiverio, no fue recuperada. Sus dos hijos y su yerno continúan desaparecidos. Tenía 91 años.
02.06.2008
Licha se fue sin poder abrazar a su nieta nacida en cautiverio. Como tantas otras mujeres, Alicia Zubasnabar de De la Cuadra desarrolló desde 1976 la ardua búsqueda de sus hijos desaparecidos.
En ese andar conoció a otras madres junto a quienes creó, en 1977, Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, el primer nombre de las Abuelas de Plaza de Mayo. Licha falleció ayer a los 91 años sin que los represores que secuestraron a sus hijos y robaron a su nieta hayan recibido castigo.
El 30 de abril de 1977 comenzaron a marchar cada jueves alrededor de la Pirámide de Mayo. Entre esas mujeres de pañuelo blanco en la cabeza se encontraba Licha, quien había comenzado a participar en las rondas junto con su esposo y con Hebe de Bonafini.
De la Cuadra fue empujada a la lucha por los crímenes que la dictadura cometió contra su familia. El primero fue su hijo, Roberto José, militante y obrero de YPF, secuestrado el 2 de septiembre de 1976 y todavía hoy desaparecido.
Al año siguiente, el terrorismo de Estado secuestró a su hija Elena, embarazada de cinco meses, junto a su marido Héctor Baratti, obrero metalúrgico y dirigente del Partido Comunista Marxista-Leninista.
Con el tiempo Licha pudo saber que ambos habían estado en el centro clandestino de detención que funcionaba en la comisaría 5 de La Plata y que, el 16 de junio de 1977, Elena había dado a luz a una niña a la que llamaron Ana Libertad.
Aunque los jueces se negaron a impulsar algún tipo de investigación, a partir de tratativas realizadas por la orden jesuita en Italia, monseñor Mario Pichi se entrevistó con el coronel Rospide para pedirle si podía entregar la beba a su abuela. “Lo que me pide usted es imposible, monseñor. La niña –y esto es un hecho irreversible– ya ha sido entregada a una familia demasiado importante”, le respondió el militar.
Sin embargo, Licha no bajó los brazos y junto a María Isabel Chorobik de Mariani, otra abuela de La Plata, y diez mujeres más tomaron la decisión de agruparse. “El día que conocí a Alicia ella estaba con un salto de cama rosado y ordenaba su casa.
Empezamos a charlar y perdimos la noción del tiempo. Ese día empecé a descubrir lo que realmente estaba pasando, que no había un solo niño desaparecido sino por lo menos dos. Y si habían dos, ¡cuántos más podrían ser!”, recuerda Chicha Mariani de su compañera que, en plena dictadura, se convirtió en la primera presidenta de las Abuelas.
En ese andar conoció a otras madres junto a quienes creó, en 1977, Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, el primer nombre de las Abuelas de Plaza de Mayo. Licha falleció ayer a los 91 años sin que los represores que secuestraron a sus hijos y robaron a su nieta hayan recibido castigo.
El 30 de abril de 1977 comenzaron a marchar cada jueves alrededor de la Pirámide de Mayo. Entre esas mujeres de pañuelo blanco en la cabeza se encontraba Licha, quien había comenzado a participar en las rondas junto con su esposo y con Hebe de Bonafini.
De la Cuadra fue empujada a la lucha por los crímenes que la dictadura cometió contra su familia. El primero fue su hijo, Roberto José, militante y obrero de YPF, secuestrado el 2 de septiembre de 1976 y todavía hoy desaparecido.
Al año siguiente, el terrorismo de Estado secuestró a su hija Elena, embarazada de cinco meses, junto a su marido Héctor Baratti, obrero metalúrgico y dirigente del Partido Comunista Marxista-Leninista.
Con el tiempo Licha pudo saber que ambos habían estado en el centro clandestino de detención que funcionaba en la comisaría 5 de La Plata y que, el 16 de junio de 1977, Elena había dado a luz a una niña a la que llamaron Ana Libertad.
Aunque los jueces se negaron a impulsar algún tipo de investigación, a partir de tratativas realizadas por la orden jesuita en Italia, monseñor Mario Pichi se entrevistó con el coronel Rospide para pedirle si podía entregar la beba a su abuela. “Lo que me pide usted es imposible, monseñor. La niña –y esto es un hecho irreversible– ya ha sido entregada a una familia demasiado importante”, le respondió el militar.
Sin embargo, Licha no bajó los brazos y junto a María Isabel Chorobik de Mariani, otra abuela de La Plata, y diez mujeres más tomaron la decisión de agruparse. “El día que conocí a Alicia ella estaba con un salto de cama rosado y ordenaba su casa.
Empezamos a charlar y perdimos la noción del tiempo. Ese día empecé a descubrir lo que realmente estaba pasando, que no había un solo niño desaparecido sino por lo menos dos. Y si habían dos, ¡cuántos más podrían ser!”, recuerda Chicha Mariani de su compañera que, en plena dictadura, se convirtió en la primera presidenta de las Abuelas.
Fuente: www.criticadigital.com
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