Hace varios sueños,
en un minuto que duró tres años
se encontraron dos almas
tan iguales en sus diferencias
que sintieron ganas de amarse,
es cierto que el día y la noche
no se pueden fusionar
y que son irremediablemente
refractarios,
pero comparten un mismo paisaje
y aquí coinciden.
El día y la noche
unieron sus almas,
sus distintas historias las fundió
la magia.
Eclipse de amor convexo,
maldición del deseo sin sexo
termina la menguante magia
en el infinito tiempo interfecto.
Es cierto que el día y la noche
no se pueden unir, es cierto, es cierto
el desconcierto
de que todo termina.
Las almas se apartaron, como extraños
se observaron, recordaron su pasión.
Eran irremediablemente opuestos.
Pero cuando lloran su melacolía,
en la soledad de su alma,
con el recuerdo de adorarse
mojan el mismo paisaje
y aquí coinciden.
Karina PComment
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