Mientras gira el disco y surge la voz de Jorge Cafrune cantando "vamos mi amor a la zafra", uno piensa en las palabras de Walter Benjamin en tiempos sombríos: "La esperanza sólo puede venirnos de aquellos que ya carecen de toda esperanza".
Se refería los prisioneros de los campos de exterminio del nazismo. Horror negado por estos días por algunos jerarcas como el líder iraní sentado en bombas nucleares y algunos chacales vernáculos.
En efecto, Benjamin sabía por experiencia y en su fuero íntimo que en todo lugar del mundo, aun en circunstancias extremas hay al menos un puñado de mujeres y hombres que no se resignan.
Que desafían la opresión, el autoritarismo, la mediocridad impuesta y reinante por las elites de privilegiados.
Hombres y mujeres dispuestos a exponerse con sus cuerpos y sus voces para hacer una vida mejor, menos miserable.
Llanuras, montes, selvas, sabanas, suburbios ven sus rostros reflejando la tenacidad, la inteligencia puesta a favor de nobles causas. Se juntan, se autoconvocan, se autoorganizan.
No entonan ni escuchan cantos de sirenas, luchan y resisten con esperanza, esperándose en un futuro distinto.
Carlos A. Solero
casolero_1@hotmail.com
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